Por: Dip. Loc. Max Correa/Coordinador Nacional de Central Campesina Cardenista.
1 La cantidad y calidad del presupuesto neoliberal empobreció al campesino.
Durante más de treinta años, el gobierno mexicano en el neoliberalismo disminuyó presupuesto, desmanteló instituciones y empobreció al campo mexicano, aunque los agricultores norteamericanos fueron más protegidos y más subsidiados.
Las reformas neoliberales se aplicaron con gran rigor en el campo mexicano desde el sexenio de Miguel de la Madrid, para lograr ingresar al Acuerdo General de Aranceles y Comercio GATT, posteriormente, Organización Mundial de Comercio, OMC.
La imposición con fraude electoral de Carlos Salinas de Gortari, profundizó el neoliberalismo y el campo fue el principal objetivo, se canceló el derecho de los pueblos campesinos, indígenas a la tierra, y se desmantelaron las instituciones de apoyo al campo, y con ello se continuó una tendencia a la baja en el presupuesto destinado al desarrollo agropecuario, que ya se había iniciado en el sexenio de De la Madrid y que se mantuvo durante los sexenios neoliberales.
Salinas profundizó aún más el proyecto neoliberal articulando la columna vertebral del mismo: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN, que comprometió la entrega del mercado nacional de alimentos y con ello al campo y campesinos, a la estrategia del “Food Power” de Estados Unidos y a los subsidios del tesoro norteamericano otorgados a sus agricultores en los montos definidos quinquenalmente en la Farm Bill.
Durante tres décadas, Estados Unidos fortaleció e incremento el proteccionismo y los subsidios a sus agricultores, en tanto en México, se desmantelaron las instituciones de apoyo al campo y se disminuyeron año con año los subsidios a los campesinos, sobre todo a los más pobres.
2 Las organizaciones campesinas sustituimos las tareas estratégicas del Estado Mexicano durante el neoliberalismo.
Ante la desaparición y debilitamiento de las instituciones del Estado y su presencia apoyando al campo, los campesinos e indígenas se vieron en la necesidad de formar organizaciones para cubrir actividades que el Estado mexicano abandonó en los gobiernos neoliberales.
De 1980 al 2019, el presupuesto destinado al campo mexicano ha tenido una caída libre. Es una tendencia cuantitativa y cualitativa de desmantelamiento a un sector estratégico, que en su momento contribuyó con mano de obra y generación de producto y divisas para financiar el desarrollo industrial del país, y se le impuso un proceso de exacción.
Esta situación generó falta de rentabilidad, descapitalización, disminución de la producción, empobrecimiento, desempleo, pobreza, migración, delincuencia, violencia, inseguridad y muerte y desapariciones, en las zonas rurales primero, y en las ciudades del país posteriormente, colocándonos en una condición de violencia y de guerra civil.
Nuestra lucha en estos 30 años fue de resistencia, de exigencia por lo tanto de programas y presupuestos que solo impactaron cada año a un reducido segmento de nuestros afiliados y que solo hizo menos destructivo el modelo, sus presupuestos y programas para unos pocos productores organizados y en pie de lucha.
3 México perdió su seguridad y su salud alimentaria.
México perdió su seguridad y su salud alimentaria, cuando se abrió la frontera a la industria alimentaria de Norteamérica a través de su modelo de tiendas de autoservicio y conveniencia, con la intención de mantener salarios muy bajos, para la industria y maquiladoras como el principal atractivo para la inversión extranjera y las ganancias que representan las exportaciones desde México, para las trasnacionales en sus oficinas matrices en Estados Unidos y Canadá.
Durante más de treinta años, los mexicanos hemos llenado el estómago con alimentos chatarra de bajo precio y calidad, adquiriendo sobrepeso y enfermedades crónico degenerativas, muriendo en vida.
Ahora, nuestro reto como sociedad, como gobierno y como país, es recuperar nuestra soberanía y la salud alimentaria, y construir bienestar y paz desde el campo para todo el país. El presupuesto público es el principal instrumento, que tienen el gobierno y la sociedad para lograrlo.
4 Construir paz desde el campo para todo el país, cambiando calidad y cantidad del presupuesto.
El presupuesto para el campo debe cambiar en cantidad y calidad. Debe ser muy diferente a la manera en que se definió y aplicó cada año durante el neoliberalismo.
El cambio en la calidad, significa aplicar en la Cuarta Transformación el precepto “primero los pobres”. Así, ahora en lo social, con los programas del bienestar se apoya a los adultos mayores, a las personas con discapacidad, a los estudiantes con sus becas, y los jóvenes construyendo el futuro.
Para lograr la seguridad y soberanía alimentaria se apoya la producción nacional de maíz, frijol, arroz, trigo panificable, café y caña de azúcar, mediante transferencias directas a los campesinos productores, quienes tienen la opción libre y soberana, de utilizar ese recurso en lo necesario para sus procesos productivos o el consumo, también representa una derrama económica en las unidades productivas, en los hogares y comunidades de esas regiones sobre todo en el centro y el sur-sureste, donde se ha concentrado la pobreza históricamente, y el mayor consumo de alimentos. Lo mismo sucede con los programas sembrando vida, las tandas para el bienestar y demás programas.
Estos programas representan una nueva derrama económica de recursos del presupuesto federal, que ahora llega a las personas pobres y sus hogares y que habrá de generarles un bienestar, pues se verá incrementado su ingreso con el precio de garantía de maíz, frijol, arroz, trigo panificable y leche, lo que se hará efectivo a través del funcionamiento de SEGALMEX.
5 Nuevos retos para campesinos e indígenas y sus organizaciones.
Ahora el nuevo reto para estos productores campesinos e indígenas, será consolidar su organización productiva y comunitaria, mediante el fortalecimiento de los ejidos y comunidades como unidades productivas y no solo como una forma de tenencia de la tierra, y mediante la aplicación de principios del cooperativismo, realizando aportaciones de sus trasferencias directas recibidas a actividades productivas, o para realizar compras consolidadas de los insumos que requieran para la producción, el ahorro, el crédito o el seguro, etc.
6 Una nueva institucionalidad y gestión de gobierno.
Existe un nuevo componente en la calidad del ejercicio del presupuesto, al que la sociedad y sus organizaciones no estábamos acostumbrados, una “nueva institucionalidad gubernamental”, un gobierno federal más cercano a las comunidades, a través de más de seis mil Centros Integradores del Bienestar, y más de doscientas regiones con funcionarios federales como son los delegados regionales (más de 240 en zonas rurales e indígenas) y con los llamados “Servidores de la Nación”, que levantan los censos del bienestar y entregan las tarjetas y notificaciones de los programas del bienestar y que más adelante impulsarán el acompañamiento de desarrollo comunitario.
La cantidad de recursos públicos dispersados a los pobres con este nuevo enfoque, con esta nueva calidad, es algo antes no visto. Es un cambio significativo al que la sociedad no estaba acostumbrada. Es una nueva institucionalidad con la que las organizaciones sociales y productivas en el campo tendremos que convivir en el futuro, si dichas organizaciones son una presencia realmente existente en cada comunidad y región.
7 Los programas del bienestar fortalecen el mercado interno y la economía de los hogares y las comunidades y regiones.
Los programas del bienestar, representan un ingreso en la economía de los hogares en zonas rurales, que antes no se tenía, y que fortalece la economía de las familias, y las comunidades en las regiones, pero sobre todo fortalece su capacidad soberana de decidir y satisfacer sus necesidades más urgentes y prioritarias tanto de consumo como para la producción, lo que les restituye un poder de decisión y de consumo a esa población, es decir, se genera demanda y mercado interno en el país, y particularmente en las comunidades y regiones, cosa que se había perdido en el neoliberalismo. La participación de los campesinos e indígenas, en organizaciones productivas y sociales, será más genuina y libre en adelante, y las organizaciones seremos por consiguiente más fuertes desde los territorios.
8 Los pendientes, apoyo a jornaleros agrícolas e inversión en bienes públicos.
En los programas de apoyo al bienestar, es urgente establecer un programa de “apoyo directo a jornaleras y jornaleros agrícolas” vinculados a una de los trabajos más duros que son los cortadores de caña, los cosechadores de café, berries, frutales y hortalizas.
Los trabajadores agrícolas, muchos de ellos indígenas, se ven obligados a salir de sus comunidades. En este caso, cualquier apoyo, de diseñarse y otorgarse, debe ser de manera directa a los jornaleros.
Es necesario hacer las acciones legislativas y de política pública y de gobierno para garantizar los derechos humanos y laborales de esta población trabajadora campesina e indígena a quienes la reciente reforma legislativa les ha quedado a deber.
Debemos llamar la atención sobre un espacio aparentemente hoy vacío en la política y el presupuesto destinado al campo, que es la inversión en bienes públicos productivos, es decir, todo aquello que no le llega al individuo de manera directa, pero que le representa una condición que le permite aumentar su producción, su productividad y ser más competitivo.
El caso de los caminos rurales y saca cosecha, las obras de conservación y recuperación de suelos, pequeñas obras hidroagrícolas para cosecha y uso eficiente del agua, las medidas de sanidad vegetal y animal. En el mismo tenor, las obras de almacenamiento de las cosechas de granos, la investigación y la transferencia de tecnologías amigables con el ambiente, los seguros catastróficos y la promoción de mutualidades y re-aseguramiento de los pequeños productores, el acceso al crédito a tasas de un dígito para los pequeños productores, entre otros.
9 Necesario invertir en promoción de organización productiva y capacitación.
Un elemento fundamental de cambio en la calidad del presupuesto destinado al campo, es el apoyo a la capacitación, la promoción de la organización económica, productiva, financiera y comercial, dirigida a los productores ejidatarios, comuneros, y propietarios minifundistas.
Se debe generar un programa que fomente la creación de agroindustrias de ejidos y comunidades y cooperativas agropecuarias, que agreguen valor a la producción de alimentos, de tal manera que se generen proveedores para los programas de abasto de alimentos a través de SEGALMEX.
10 Construcción de paz mediante conciliación y justicia agraria.
Atender y resolver los diversos asuntos de conflictos agrarios que se tienen a lo largo y ancho del país, y que el neoliberalismo y su tecnocracia ha dejado en el olvido, generando incertidumbre en la tenencia de la tierra de pueblos campesinos e indígenas, enfrentamientos entre pueblos y de estos con propietarios privados, derivado de ello, se genera persecución, encarcelamiento y en el extremo enfrentamientos y en el extremo, desaparición y muerte de campesinos e indígenas.
Es fundamental que ante el modelo extractivista implantado en México como característica del neoliberalismo, los ejidos y comunidades campesinas e indígenas, afectados por mega-proyectos residenciales, mineros, energéticos, de comunicaciones, o de presunta protección al ambiente, así como de proyectos industriales de uso intensivo de agua, que despojan de sus territorios y recursos a comunidades, pueblos y ejidos del país, sin mediar en muchos casos expropiaciones o demás contraprestaciones legales que corresponden.
11 Desde los territorios la CCC impulsa la transformación del campo.
En CCC somos conscientes que la transformación va en serio, que no podemos seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.
Impulsamos nuestra misión desde los territorios:
“La CCC promueve un modelo económico justo e incluyente, basado en las tradiciones de los pueblos, los ejidos y el cooperativismo y que conduce a un bienestar social, a una vida digna y sustentable y con el pleno ejercicio de los Derechos Humanos y de la Madre de la Tierra?
La Central Campesina Cardenista trabaja desde los territorios, pueblos, campesinos e indígenas, ejidos, comunidades y cooperativas para darle una nueva calidad al ejercicio del presupuesto y a los programas sectoriales del Plan Nacional de Desarrollo de la Cuarta Transformación.
Confiamos en que el presupuesto 2020, y los programas sectoriales, el agrario y el de desarrollo agropecuario, forestal y pesquero y el ambiental, darán atención a estos pendientes.
¡En la Cuarta Transformación, otro campo es posible!