Aquí el documento que llegó al buzón de prensauniversitaria.press:
Te escribe una trabajadora de la Universidad Autónoma del Estado de México porque tal vez no sabes, pero necesito decirte lo que nos haces vivir. Cierras los edificios donde trabajamos con o sin personas dentro, te escondes en el anonimato tras un cubre boca, paliacate, lentes oscuros, rompes vidrios, gritas, haces pintas. Nos produces miedo en nuestras propias áreas laborales. Tenemos familias e hijos como tú a los que tenemos que llevarles el sustento y pagar sus estudios, y lo hacemos trabajando para la Universidad, administrando, gestionando, tramitando, operando los servicios que tú todos los días utilizas y que no te das por enterado/a que tienes.
Esta situación en la que nos pones nos provoca ansiedad e inquietud por no saber qué le deparará en el futuro a la Universidad. ¿Qué va a pasar con nuestros trabajos? Tú estarás aquí por pocos años, después, con los conocimientos que te está entregando esta Universidad que tanto odias, te irás a trabajar y a formar un patrimonio para los tuyos. Pero por el daño que nos dejas, ¿quién responde?
Imagina que tu mamá o tu papá te hablaran angustiado/a desde su oficina diciéndote que no puede salir, que no te acerques a su trabajo porque hay manifestantes y te pueden lastimar, o que pases por tu hermanita/o al kínder o a la primaria o secundaria porque no va a poder llegar, porque corre riesgo si intenta salir. ¿Te has preguntado cuál es tu lucha? Pero la tuya, no la que has escuchado de boca en boca, la que viste en memes de tus redes sociales, la que te han metido en la cabeza profesoras/es, consejeras/os o líderes inhumanas/os que no les importa sacrificar tanto tu carrera profesional, como a la familia que representas y que te respalda o a las personas que laboramos en la Universidad, o al estado o al país entero, con tal de conseguir un hueso político en el próximo rectorado.
No soy insensible e inconsciente de tus necesidades. Yo misma me manifesté con el movimiento #YoSoy132 en el año 2011. Perdón, pero allí sí había causa, queríamos evitar que tomara el país el régimen autoritario que por más de 100 años secuestró la seguridad y bienestar de todos nuestros hermanos/as mexicanos/as. Ese régimen que, tal pareciera, ahora tú defiendes dejándote llevar como borrego/a sujeto/a de la comunicación mediática, manipulada por grupos de poder, disfrazada de defensa de los derechos estudiantiles y lejos, muy lejos de dejarte formar un criterio propio.
Nos arriesgábamos a manifestarnos contra el gobierno priista en la cuna del gobierno priista, el mismísimo Estado de México. Aunque no lo creas, íbamos de manera pacífica. Nunca rompí un vidrio ni pinté una pared y asistí en fines de semana o vacaciones para seguir cumpliendo con mi trabajo y mis clases. Andábamos entre balas de goma, chorros de agua y gases lacrimógenos, con el peligro de que fuéramos secuestrados/as, encarcelados/as o desaparecidos/as, como les pasó en aquellos tiempos a tantos y tantos. Nada garantizaba nuestros derechos ni de reunión, ni de libre asociación, ni de expresión.
Qué fácil manifestarte ahora que sabes que nadie te va a tocar hagas lo que hagas y violentes a quien violentes. Nada te va a contener cuando cierres calles y, por ello, ambulancias no lleguen a los hospitales, personas no lleguen a su trabajo del cual depende su subsistencia, o padres no puedan pasar a tiempo para recoger a sus niños/as en la escuela. Estar en el tráfico pensando que tu hija/o ya salió de la escuela y corre peligro porque no puedes llegar por ella/él es una angustia que posiblemente aún no conoces. Pero créeme, no se la desearás ni a tu peor enemigo/a.
Qué cómoda vida te tocó y qué buena manera de desperdiciarla y de quejarte por tenerla. Se te han dado clases, maestros/as, una silla en un aula, equipamiento, computadoras, bibliotecas, laboratorios, sanitarios, becas, hasta un lugar de estacionamiento y todo lo que muchísimos estudiantes quisieran y no tienen. No me puedes decir que no es cierto, porque nosotros trabajamos hasta 12 horas en nuestras oficinas, con dolor de espalda, cadera y cabeza, haciendo los trámites para que tú recibas esos beneficios y muchos más.
Y cuando nos sacas de nuestras oficinas, nos vamos con la tía o el vecino con buen internet para conectarnos y seguir trabajando para ti. Pero pides y pides y no pareces tener llenadero, como aquellos/as que solo estiran la mano al actual gobierno para que les dé todo cuanto necesitan sin realizar esfuerzo alguno, o como ocurre con ciertas personas de tu generación que tienen mucho y les costó nada obtenerlo, pues sus padres y abuelos/as se partieron el lomo trabajando para darles un mejor futuro.
Ante esto surgen las dudas: ¿Qué das a tu comunidad? ¿Qué estás aportando al progreso y desarrollo del país? ¿Qué haces en favor de las generaciones que te siguen? Decían las/os viejitos/as que la única obligación de las/os hijos/as era estudiar, ¿realmente lo estás haciendo? O te es más fácil y más cómodo ir a marchar, vandalizar tu Universidad, cerrar tu escuela y estar en ella sin responsabilidades ni escolares ni familiares, pues estás en “la lucha”.
Tal vez ya hasta te apalabraste con el/la profesor/a que te manipula y ya aseguraste la calificación; ya te dijo que te va a poner la calificación del último parcial. Por eso no te preocupa perder el semestre. ¿Dónde está el título de propiedad de la Universidad a tu nombre? ¿Quién te dijo que es tuya? En tu casa, cuando no estás de acuerdo con algo, ¿destrozas ventanas, muebles, pintas las paredes, cuelgas mantas, te encierras dentro y sacas a la calle a tus papás y a tus hermanos/as hasta que cumplen tus exigencias? ¿Por qué crees que en la Universidad así se van a resolver los problemas?
Cuando ya estás cursando la Universidad es porque ya eres adulto/a, ¡arregla los problemas como adulto/a civilizado/a por Dios! Demuestra que eres universitario/a. Qué crees, que si piensas que la Universidad es tuya, pues también es nuestra, de los/as profesores/as y trabajadores/as, y nosotros la hemos tenido por más tiempo. En todo caso, tenemos derecho de antigüedad y nosotros sí la respetamos, la cuidamos y la amamos. Tenemos un gran sentimiento de impotencia y nos duele ver cómo se gasta esfuerzo y mucho trabajo en mantenerla en buenas condiciones, para que venga alguien pasajero/a a destrozarla.
Sabemos que para que tú estudies hay alguien que te sostiene, te paga ropa, comida, techo, agua, gas, transporte y sueña con que algún día seas licenciado/a, arquitecto/a, doctor/a o ingeniero/a. Que puedas conseguir un trabajo honrado y tengas una vida digna. Ese alguien no come completo, no se compra zapatos, no va al cine, ni se arregla el cabello en un salón con tal de que tú tengas lo que necesitas para concluir tus estudios.
Entonces, ¿sabes cuál es tu verdadera lucha? No es la que te van a inducir el/la político/a o maestro/a corrupto/a que te avienta al ruedo para ganarse él/ella un hueso político. No es el/la consejero/a que te mal aconseja y que se vende al mejor postor porque ya se siente heredero/a del puesto gerencial-institucional. No es tu compañero/a de banca que ahora es tu incondicional, pero saliendo de la escuela no vuelves a ver y que igual le da si te va bien o mal en la vida, mientras te friegues ahorita con él/ella.
Tu verdadera lucha es estudiar, ser un/a guerrero/a en el aula, pero no para bulear a profesores/as y compañeros/as, sino para hacer tus tareas, tus deberes, tus proyectos. Pon lo mejor de ti en ellos, ganando buenas calificaciones por tu esfuerzo, no por darle coba a un/a maestro/a corrupto/a en sus aspiraciones políticas o por coquetearle al/la maestro/a que sabes que con eso regala calificaciones. Es concluir tus estudios, si se puede con mención honorífica, ¿por qué no?
Ayuda a tu mamá soltera a darle universidad a tus hermanitos/as como ella con tanto esfuerzo te la dio a ti. Enséñales con tu ejemplo el camino del bien y del triunfo ganado con trabajo honrado. Tu lucha es engrandecer a tu país en el extranjero y retribuirle a tu sociedad desarrollando tratamientos sin efectos secundarios o curas para enfermedades devastadoras como el cáncer, la diabetes, el VIH o el COVID.
Busca, propone, gestiona y lidera soluciones para problemas como la falta de agua y la contaminación. Diseña conjuntos urbanos autosuficientes que prioricen el medio ambiente y la vida digna de las personas. Participa en la creación y aplicación de leyes para erradicar la discriminación, la trata de personas y los maltratos hacia los seres vulnerables. Desarrolla software gratuito para la inclusión social. ¡Allí sí hay lucha!
Y me dirás, ¿qué estás haciendo tú? Terminé la licenciatura, maestría y voy por el doctorado. Con el trabajo honrado que tengo en la Universidad he sacado a mis hijos adelante, rescato perritos y gatitos abandonados, llevo comida a hospitales y dono. No lo que me sobra, sino de lo que no me sobra, a UNICEF, GREENPEACE, ACNUR y AMNISTÍA INTERNACIONAL. Mi lucha es ayudar lo más que pueda y hasta donde pueda a personas iguales a mí pero en condiciones más desfavorables.
Si solo te preocupa ir a la escuela un rato, vandalizar, destrozar y luego ir al antro, discúlpame, pero como te encanta decir: “Tu lucha, no es mi lucha”. Mi reconocimiento y agradecimiento para los/as miles de profesores/as y estudiantes que siguen en clases, trabajando por su familia, por su país y por su futuro. Qué falta nos hacen más personas así. ¡Qué falta nos hace, patria, ciencia y trabajo!