Honorables compañeros del Consejo Universitario
Comisión Especial Electoral
Directores
Elizabeth López Carré (Facultad de Gastronomía)
Mario Alfredo Jaramillo García (Facultad de Medicina)
Marco Aurelio Cienfuegos Terrón (Facultad de Ciencias Políticas y Sociales)
Juan Carlos Medina Huicochea (Plantel Atlacomulco de la Escuela Preparatoria)
Profesores
María luisa Becerril López (Facultad de Lenguas)
Rodrigo Jesús López Islas
(Facultad de Medicina, Veterinaria y Zootecnia)
Juan José Gutiérrez Chaparro
(Facultad de Planeación Urbana y Regional)
Sergio Ruíz Peña
(Facultad de Derecho)
Alumnos
Alejandra Figueroa Sánchez (Facultad de Contaduría y administración)
Angélica Maritza González López (Plantel Cuauhtémoc de la Escuela Preparatoria)
Alejandro Manuel Ortega Casas (Facultad de Lenguas)
Efraín Rodolfo Alvarado Reyes (Enfermería y obstetricia)
Nallely Araceli Solís Arzáte (Ciencias de la Conducta)
Mónica Michelle Camacho Bernal (Plantel Tenancingo de la Escuela Preparatoria)
Brenda Andrea Ramírez García (Facultad de Odontología)
Nos dirigimos ahora a ustedes para recordarles —sin afán retórico ni protagónico— que a esta hora tienen en sus manos la responsabilidad de determinar cuál será el rumbo de nuestra Universidad; y con ello queremos decir, no de la Universidad Autónoma del Estado de México, sino de la Universidad mexicana como institución pública. Y bien, honorable Consejo Universitario, es importante que consideren la precaria situación en la que nuestra Universidad se encuentra y la responsabilidad que tiene cada uno de ustedes tanto en el penoso paisaje actual de esta institución del pueblo, como en su destino para los próximos años. ¿Quién y cómo se van a tapar los boquetes económicos y morales que como heridas profundas han corroído nuestros edificios y nuestras aulas, nuestras bibliotecas y nuestros laboratorios? ¿Quién será el responsable de tanto dolo y tantos engaños, de los desvíos de fondos y la posición de sometimiento que ocupa ahora nuestra Universidad como títere de la ambición irracional de unos cuantos?
Porque, es cierto, honorables miembros del Consejo, que no han sido ustedes los orquestadores del saqueo y el despilfarro, no han sido ustedes los bufones de la egolatría y la ignorancia, no son ustedes quienes dejan hoy vacías las arcas del pueblo. Es cierto que ustedes, quizá, siempre albergaron en su corazón la sospecha de que un líder intelectual, un Rector de Universidad pública, no debía llevar tras de sí una larga fila de guardaespaldas, que las rejas de nuestra casa no debían cerrarse, que alguien debía dar la cara por el despojo del que fueron víctimas los trabajadores hace apenas unos meses. Es cierto que no han sido ustedes quienes orquestaron todo esto; pero, honorable Consejo Universitario, fueron ustedes, sí, cada uno de ustedes, quienes han dejado que todo esto ocurra: ustedes permitieron el atropello y luego callaron su responsabilidad. Ustedes, compañeros y compañeras universitarias, son los auténticos responsables del progreso académico y la defensa del patrimonio universitario, que es patrimonio público, social. Si ahora guardan silencio una vez más, honorables Consejeros y Consejeras, ustedes serán tan responsables como aquellos que sin duda saldrán por la puerta grande, manchando aun más, humillando aun más la dignidad de nuestra Casa de Estudios, este mismo lugar que ha sido visto y administrado como fondo privado, empresa privada de un grupo de gentes sin el más mínimo sentido de responsabilidad social que se exige para dirigir nuestra Universidad.
¿Quién se hará responsable de nuestra crisis académica y financiera, Consejeros y Consejeras? ¿Quién dará la cara por nuestra Universidad? ¿Quién evitará que sea nuevamente entregada, vendida como mercancía al mejor postor? ¿Quién?, honorable Consejo Universitario, prestigiosos miembros del Colegio y la Academia, respetables profesores y profesoras, ejemplares estudiantes, honradísimos trabajadores, ¿quién va a sacar la cara por la Universidad hoy, el día en que está a punto caer una vez más en el mismo círculo vicioso que antepone los intereses personales al fortalecimiento de la vida académica y democrática? La respuesta, lo sabemos, es muy obvia, y es que, Consejeros y Consejeras, si no están dispuestos a defender los bienes morales, los principios éticos que les fueron confiados, lo más honorable sería presentar su renuncia. Siempre será más loable dar un paso atrás que prestarse al engaño y la mentira; porque es verdad, honorable Consejo, que la decisión que hoy tomen tendrá enormes repercusiones no sólo para ustedes —aquí no se trata de biografías individuales—, sino para el futuro de una comunidad desgastada en lo más profundo, en la raíz de su propia vocación. ¿Cuál es en verdad la misión de la Universidad? De la respuesta que cada uno de ustedes ofrezca a esta pregunta dependerá —muy seguramente— el resultado de este día en el que la Universidad puede intentar, por ella misma y sin agencias externas, su renovación de raíz.
Hoy ustedes, compañeras universitarias, votarán por el hijo del obrero y el campesino, por la empleada doméstica o el comerciante que confía en que la educación universitaria de sus hijos los hará mejores personas y nos dará a todos un mejor futuro, un futuro más pleno y menos turbio que el que hoy enfrentamos. El día de hoy, Consejeros Universitarios, ustedes son la promesa cumplida, ustedes son, nosotros somos, los dignos descendientes de los trabajadores que aspiraron un día a ser profesionistas, ingenieros, médicos, arquitectos, economistas, agrónomos, humanistas, personas que no se dejan someter por necesidad al autoritarismo y la egolatría. La promesa que hoy estamos llamados a cumplir es que los universitarios no sean más víctimas de las imposiciones arbitrarias ajenas a la democracia: abrirse al proceso democrático de libre elección en curso, sería un enorme primer paso hacia nuestro futuro.
Por ello, hoy les pedimos, Consejeros y Consejeras Universitarias, que defiendan la autonomía y la democracia de nuestra Casa. Defiendan nuestro libre derecho a elegir no un rector sino un rectorado, no una persona sino un proyecto de Universidad que honre y cumpla la promesa que hoy ustedes representan; un proceso semejante no puede sino fortalecer a nuestra comunidad, y cualquier rectorado que inicie con tal antecedente de transparencia sólo puede hacernos florecer después de un largo invierno. Que la Universidad recupere su sitio como institución democrática ejemplar para la sociedad toda, que seamos capaces de asumir la responsabilidad de la promesa que somos, los hijos de los trabajadores que ahora son estudiantes, profesores y administradores de la institución pública que lleva sobre sus hombros la mayor de las responsabilidades sociales: la reforma misma de los tiempos. Es hora, Consejeros y Consejeras, de renovar nuestra vocación y negarnos a la impostura, a la simulación y el fingimiento. No hay mayor agente del cambio histórico que la Universidad, esa institución cuyo destino hoy ustedes deciden. Es momento de asumir las responsabilidades que nos tocan, porque el mundo ya no es sostenible de otra manera.
Tiempo, creación y pensamiento
Ciudad Universitaria, Febrero 20 de 2017
Y con esto, la memoria y el olvido cara a cara otra vez, ¿basta? No, se ha burlado, nuevamente la inteligencia de una comunidad en proceso, se ha pretendido excluir a quienes desde sus capacidades aportan y reviven el viejo sueño de ciencia y trabajo. Ahora Secretarías, Centros de Investigación y Changarritos universitarios que han abierto como moneda de cambio sacrificando centros culturales y espacios donde el pensamiento y el estudio eran cosa del diario quehacer universitario han tomado el poder para desviar el profundo conocimiento y regalar espejitos… esto, a 100 años de la constitución de qué o para qué…