Estupor e indignación entre las asistentes a la ceremonia conmemorativa del Día de la Mujer de la FAAPAUAEM. Como cada año la agrupación sindical ofrece un desayuno a las académicas de la universidad en el mes de marzo, usualmente, al término del mismo, se cuenta con una mujer destacada en alguna de las áreas del conocimiento, las artes o el desempeño de su profesión, que imparte una conferencia magistral sobre su área de especialidad, admirables personalidades de buena reputación han pasado por ese importante foro de expresión.
Sin embargo, el día de hoy sucedió que las invitaciones no contenían el nombre de la conferencista invitada, como las de eventos anteriores. Había en el ambiente algo de expectación al respecto, y en algún momento de la ceremonia el rector hizo mención de la presencia de Rosario Robles entre los “invitados de honor”, la mala calidad del sonido no permitió saber cuál era el papel de la funcionaria y de inmediato se escuchaban murmullos como “¿quién? ¿Rosario Robles? ¿Será la conferencista?” las expresiones de sorpresa y desagrado continuaban ¿en serio? ¿Habría la Faapa tenido el mal tino de invitar a la mujer que fue el vínculo de escándalos financieros (aún sin aclarar), que involucraron a varias Universidades Públicas (incluida la UAEM) en desvíos del erario mientras era la Secretaria de Desarrollo Social? ¿A quién se le ocurrió?
El evento transcurrió normalmente y de pronto se llamó al estrado a la periodista Cristina Pacheco quien fue recibida con una gran ovación, se sintió un cierto alivio entre el auditorio al conocerse al fin la identidad de quien se pensó sería quién ofrecería la Conferencia Magistral. Sin embargo, esto no duró mucho pues a apenas unos diez minutos de iniciada su participación, la periodista anunció que le quedaban unos cuatro minutos más ya que se contaba con la presencia de otra distinguida ponente. La respuesta fue unánime “nooooo” “Cuento, cuento” las voces de las mujeres hicieron que aquellos cuatro minutos se prolongaran algo más, mientras Cristina narraba en su muy particular estilo, anécdotas de otros tiempos, de sus padres, de cuando “tuvo que ser hombre”, la audiencia estaba cautivada con sus historias… pero se acababa el tiempo.
La segunda ponente fue, en efecto Rosario Robles, a quien se recibió con un desganado aplauso que no pasó de la cortesía que se debe a todo invitado, habló sobre las desigualdades a que se enfrentan las mujeres en México y luego reconoció el mérito del presidente Peña Nieto en lo que ella consideraba aciertos en políticas públicas; silencio en la audiencia. Continuó haciendo referencia ahora a las mejoras que ella considera han beneficiado a las mujeres, de nuevo, una mención de alabanza al “Señor Presidente Enrique Peña Nieto” en ese tono del que hacen gala los políticos mexicanos cuando no tienen espacio para hacer caravanas.
Esta segunda alusión al presidente que ha permitido una total impunidad ante la rampante corrupción que lacera a nuestro país, fue recibida con un abucheo del público “shhh” se alarmaron los de enfrente, los que presidían el acto. Fue un momento breve, pero inédito y significativo, las universitarias expresaron su desacuerdo e indignación en el corazón mismo del oficialismo, en una ceremonia que suele desarrollarse dentro de lo políticamente correcto… la ponente tomó nota, vigiló sus palabras en lo sucesivo. Después, un joven cantante algo desafinado devolvió el evento a sus cauces normales, dentro de lo políticamente aceptable.