En el año 2019, México vivió uno de los escándalos más grandes de su historia. La Estafa Maestra, como se le conoce, involucró a cientos de rectores de escuelas públicas que supuestamente desviaron cientos de millones de pesos destinados a la educación. Estos rectores, que deberían ser responsables de los fondos públicos, se beneficiaron de una compleja red de sobornos y desvíos de fondos. Sin embargo, hasta ahora, ninguno de estos rectores ha sido llevado a la justicia.
Es una triste realidad que la corrupción en México continúe a pesar de los esfuerzos de la sociedad y del gobierno por combatirla. Esta situación se ha vuelto aún más preocupante debido a los recientes escándalos que involucran a rectores impunes. Estas personas, que teniendo la responsabilidad de administrar los fondos públicos de manera transparente y responsable, han sido acusadas de triangular recursos federales para su propio beneficio, comprometiento a las instituciones educativas públicas.
Una de las principales preocupaciones de la sociedad es que, si los rectores continúan impunes, esto podría llevar a una mayor desigualdad social y un mayor riesgo de corrupción. Esto se debe a que los rectores impunes se vuelven una invitación para que sus sucesores puedan seguir utilizando los fondos públicos para su propio beneficio y no para los proyectos y programas destinados a mejorar la educación. Además, esto puede provocar una falta de confianza en el sistema educativo, lo que podría llevar a una mayor desigualdad.
Es imperativo que el gobierno tome medidas para prevenir la impunidad de los rectores, invariablemente amparados por la falsa y prostituida «autonomía universitaria». El gobierno debe establecer mecanismos para asegurar que los fondos sean administrados de manera transparente y responsable. Además, debe asegurarse de que los rectores sean responsables por sus acciones y se les castigue de acuerdo a la ley si se descubren actos de corrupción, aspectos que ninguna ley universitaria contempla. Estas medidas son cruciales para garantizar que los fondos públicos se utilicen para los proyectos y programas destinados a mejorar la educación.
La Estafa Maestra fue una lección dolorosa para la sociedad mexicana. Los rectores deben ser responsables por sus acciones, y el gobierno debe hacer todo lo posible para prevenir la impunidad de los rectores. Si el gobierno no toma medidas para prevenir la impunidad, esto podría tener graves consecuencias para la sociedad y el sistema educativo mexicano.
Los rectores impunes son un tatuaje indeleble en las universidades públicas, y aún más si quienes reemplazándolos en el cargo les proveen de protección institucional.
Imagen de portada: Mexicanos contra la Corrupción