Aunque ya tenía todo un equipo que lo respaldaba, mencionó que le estaban poniendo trabas para su inscripción, pero la noche anterior al registro había decidido inscribirse, después no se presentó y ha permanecido en silencio hasta el día de hoy.
Durante el día del registro intentamos volver a contactarlo pero ya no volvió a respondernos.
Solo un par de días antes circuló esta nota (que podría ser parte de una campaña negra) que no se sabe si se sumaría a otras cosas que influirían en él para ya no presentarse el día del registro.
Llama la atención que aun cuando muy pocos sabían de su intención de contender se abrió una página que daba cuenta de que alguien tenía un seguimiento muy detallado sobre su pasado o posiblemente estaba inventando cosas que no sucedieron.
La siguiente información no pertenece a Prensa de Universitarios Activistas del Estado de México:
«¿Quién es Juvenal Vargas Muñoz?
El honorable “maestro” en cuestión, fue director de la Facultad de Humanidades, para desgracia de esa comunidad, de 2010 a 2014. Llegó a la institución –para variar- como “CANDIDATO ÚNICO”, vendiendo la idea de honestidad, probidad y lealtad a la institución.
Pero el lobo con piel de oveja no tardó en mostrar su verdadera naturaleza, pues lo primero que hizo al iniciar su infausta gestión, fue comprarse y mostrar a todo el mundo una fantástica motocicleta Harley Davidson, que entonces tenía un valor de 500 mil pesos. Para que no quedara duda de que la moto era de su propiedad, cada mañana la estacionaba frente a la puerta de la dirección de la Facultad, e incluso a veces la metía hasta su oficina, tal vez previniendo algún acto vandálico por parte de esos malvados estudiantes, de bajos recursos, resentidos sociales, tan incomprensivos y rebeldes.
¿Cómo pudo, con un salario regular de director, comprar de inmediato un objeto tan costoso? Pues habría que preguntarnos, por ejemplo, cuántas puestas en escena fueron mermadas en su presupuesto o cuántas ventas irregulares de servicio de fumigación a bibliotecas universitarias se realizaron o cómo fue utilizado y “comprobado” el fondo revolvente asignado a la pobre Facultad.
La moto es solamente una de las muestras de su tremenda necesidad de ser reconocido, misma que lo llevó a rodearse de amigos y familiares que pudieran estar tan agradecidos con él que, como al rey desnudo, lo alabaran continuamente. Por eso se dedicó a repartir plazas entre ellos, sin importar los procedimientos, simplemente con la intención de afianzar su posición de rey chiquito. Rodeado de sus amigos pudo concretar sin cuestionamiento alguno una cantidad importante de acciones ilícitas, como cerrar la convocatoria pública para el ingreso al posgrado en Filosofía, para determinar, por sus pistolas, qué alumnos serían admitidos, obviamente, todos ellos deberían pertenecer a su magnífica corte celestial. Así que estamos hablando de que al menos tres generaciones de Maestros en Humanidades, especializados en Filosofía Contemporánea son netamente “juvenalianos”, para desgracia y vergüenza de toda la comunidad.
Su ambición no tiene límites, se nota, ¿verdad? No solamente movió los hilos académicos como se le dio la gana, sino que se valió de su posición privilegiada para desaparecer bienes de la Facultad de Humanidades que nunca reintegró.
Además, en incontables ocasiones realizó actos ilegales que buscó validar a través de los consejos de la Facultad.
Y si a esto sumamos que es un misógino de primer nivel que no ha dudado en ofender a las alumnas (“pendeja” es la palabra más dulce con que se ha referido a más de una en más de una ocasión) y que dentro del aula usaba palabras altisonantes, tenía métodos poco claros y arbitrarios para evaluar, podremos explicarnos por qué en lugar de consolidar una imagen respetable como profesor en la Facultad de Humanidades, ha salido de ésta y ha pasado sin pena ni gloria por la Universidad. Esto, porque su comunidad lo rechaza, muestra de ello es que los mismos alumnos y profesores solicitaron en distintas ocasiones que no se reincorporara a la citada Facultad, mientras que la Facultad de Ciencias de la Conducta le ha dado una reticente acogida.
Y por eso también es fácil comprender por qué sus altísimas aspiraciones de convertirse ni más ni menos que en el Rector de nuestra Universidad, rayan en la alucinación, tal vez producto de sus adicciones. ¡Ah, olvidamos decir que entre sus gracias está también el consumo de drogas (cocaína, marihuana y lo que Dios provea) y alcohol!
Lo que es un hecho, es que respecto a Don Juvenal tenemos una ventaja: la cercanía de especialistas de la Facultad donde ahora trabaja, que podrían dar una opinión profesional acerca de su salud mental, tal como ocurre con Donald Trump, a quien algunos peritos le han diagnosticado un total desequilibrio. Lástima que el síndrome Trumpiano (la creación de un mito personal para amoldar la realidad a sus aspiraciones) se multiplica y se repite en pequeña –muy pequeña- escala, como en el lamentable caso de este personaje que se está convirtiendo, más que en un aspirante serio a un puesto importante, en parte del folclor universitario.»
Al día siguiente el medioo digital Alfa Diario así comentaba sobre él, resaltando que era alentado por «grupos de izquierda» citanto su trabajo de tesis como posible evidencia que comprobara su postura política:
¿Sabrá Jorge Olvera y Alfredo Barrera algo del por qué ya no se inscribió?
¿Se bajó de la contienda o le ayudaron a que se bajara?
Gracias por la información porque desconocía su aspiración de ser rector, mas en cambio creó que lo qud publican es de poco sentido ético, ya que no hay pruebas de lo que dicen y su léxico es ofensivo, yo también supe de su exclusión de su facultad, pero cuantos profesores están trabajando en psicología siendo de otra carrera. En cuanto a su enseñanza del profesor tengo percepciones distintas ya que fue su alumna y nunca tuve ningún problema al contrario es un excelente profesor que es exigente, comprometido y que cree en sus alumnos, obviamente yo hablo en cuanto a mi experiencia pero creo que no se debe juzgar antes sin saber. Especialmente cuando estamos en una universidad en donde supuestamente formamos gente de bien y con valores, pero los alumnos son los primeros en insultar a los profesores cuando no obtienen la calificación deseaba o copian en un examen. Creó que dentro de esta problemática hay más soluciones que los alumnos pueden proponer mas que juzgar y criticar.