Por Juan Gabriel González Cruz.
La designación interna es un golpe externo
Al rector de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), Alfredo Barrera Baca, se le está acabando el discurso –entre oficial y off the record- en el que acusa una falta de recursos en la máxima casa de estudios de la entidad y desliza, a regañadientes, que todo es culpa de la anterior administración.
Con más de medio año en el cargo Barrera Baca y su equipo de colaboradores atizan recurrentemente como principal argumento del “debo no niego, pago no tengo”, que los antecesores les dejaron un lastre financiero.
La UAEM ya prácticamente es una sucursal de proveedores desesperados que no ven para cuando les liquiden bienes o servicios que ya prestaron, pero el pretexto es el mismo: “No hay dinero, se llevaron todo”.
Si Barrera Baca y su equipo tienen pruebas de algún desfalco en la UAEM ya es momento de pasar de los dichos a los hechos, de las presunciones a las afirmaciones contundentes. Déjense de tibiezas y en caliente, no más insinuaciones ni cuchicheos, presenten las denuncias correspondientes porque el tiempo avanza y ya son seis meses de pura “baba de perico”.
La universidad requiere en lo inmediato obras, servicios, actividades académicas y deportivas, presencia y categoría. Hasta el momento Barrera y compañía no han generado más que líos en detrimento del buen nombre de la Universidad.
Por eso no es casual que desde la Legislatura mexiquense hayan mandado un mensaje claro de “Ya estuvo”. La reforma que da atribuciones al Congreso para nombrar contralores de organismos descentralizados y autónomos con la universidad es claramente una respuesta a tanto balbuceo del rectorado actual.
Es, en inicio, una guerra de asesores. Del lado de Barrera el encargado de poner en orden a los locos transportistas y del lado de Olvera al estratega legislativo incrustado en la llamada JUCOPO.
Información original del diario 8 Columnas