Por: Augusto López V.
Alrededor de las 22 horas de un caluroso lunes del pasado abril un servidor público que, por sus altos cargos en la UAEM y su profesión, tiene un panorama muy interesante de varios temas y capítulos de la historia de nuestra Alma Mater, me contó algunos capítulos de la historia universitaria que deberían servirnos para reflexionar y no repetir errores trágicos del pasado.
Hoy me interesa compartirles lo que relató sobre el rector al que sacaron de la rectoría con todo y silla, Barrera Legorreta, y su impacto en las reformas de ley en la UAEM.
Resulta que entre 1977 y 1978 se reformó la Ley de la Universidad y uno de los objetivos era que existiera la paridad en el Consejo Universitario, y en aquel entonces estaba como rector el Químico Barrera Legorreta quién era muy, pero muy especial con la propia comunidad universitaria.
Esa reforma se sumó a la pérdida de control del propio Consejo Universitario, lo que derivó en que fue depuesto por los propios alumnos y lo sacaron de la rectoría con todo y silla.
Desúés llegó como rector Carlos Mercado Tovar y desde ahí digamos que empieza, por llamarlo de alguna manera, una especie como de cúpula universitaria.
Los errores de la historia que no han leído y que nos tienen sumidos en la crisis actual o en la que ya nos hundió Alfredo Barrera Baca, vienen precisamente del hecho de no reconocer a la comunidad universitaria, de empecinarse en que el rector en turno es el dueño de la verdad absoluta, se les olvida esa parte, guiándose bajo el falaz pensamiento de “aquí yo soy el rector”.
Otro de los errores de los cuales no ha aprendido esta actual administración, tiene que ver con aquel del año 2002, en el que siendo rector Rafael López Castañares se impulsó también una reforma a la ley, en aquel entonces López Castañares quería sentar las bases de un nuevo modelo académico sustentado en un proyecto, que ya traía años atrás Marco Antonio Morales Gómez, que era el de la desconcentración de la universidad, pero que comenzó con Efrén Rojas Dávila cuando se da la primer unidad académica de Temascaltepec, pero ¿a qué viene esto? a que uno de los pretextos de Rafael López Castañares era el de las transformación de las unidades académicas profesionales en centros universitarios, porque en 2002 no había ni un solo Centro Universitario. Entonces bajo ese pretexto y el de darle representatividad a estos espacios, y darles un reconocimiento por su producción académica, y llevarlos a un nuevo sitial, y dejarlos de tener como dependencia de la rectoría, se coloca ese pretexto a la reforma del 2012, como una especie de irresistible anzuelo para los estudiantes.
El objetivo real era la ampliación del periodo del rector para pasar de 4 a 6 años y hay que revisar esos documentos históricos, porque van casi en la misma tesitura que los de la actual administración.
Un detalle en el artículo transitorio, decía que la ampliación de periodo comenzaba a regir a partir de la vigencia de la nueva reforma, pero a su vez también aplicaba a la actual administración, es decir, era una reforma maquillaje. Ese ha sido uno de los grandes defectos que ha tenido la silla del rector, que se quieren perpetuar y se quieren… lo voy a decir en términos coloquiales, no quieren soltar el hueso, cuatro años se les hace muy poco cuando en realidad es un tiempo enorme.
En aquel entonces tampoco había consenso en la comunidad si se ampliaba el período dos años o en su defecto se daba una reelección por otros 4 años más, que eran las dos propuestas que manejaba la reforma de Rafael López Castañares, pero como cómo prendió negativamente ese punto, el inteligentemente lo que hizo fue parar su reforma y dijo ya no va por ahí, deben estar sus declaraciones en algunos medios de comunicación y textualmente lo dijo “esta reforma ya no va” porque me va a costar la rectoría, él lo visualizó políticamente.
Después de esa reforma se retoma, en la administración de Martínez Vilchis, pero solamente se toma un fragmento de la reforma, que fue llevar la transformación de las UAPs a centros universitarios.
Durante muchos años ya no se metieron en complicaciones, fueron tal vez sensatos, sin embargo ese virus llamado ampliación de periodo o reelección siempre estuvo ahí latente, latente, latente, algunos dichos de rectores eran “oye 4 años son muy poquitos vamos a meter o vamos a meterle unos dos o una reelección”, al final no habían aprendido.
Hoy se desvía la atención de los puntos neurálgicos de la iniciativa y de la propuesta de reforma actual con el tema de la presentación que hace la cámara de diputados, pero el meollo del asunto es que la propuesta del actual Rector casi nadie la conoce, es una propuesta que en su origen tiene tres versiones documentadas, primero se publica una versión, 24 horas más tarde se publica una segunda versión, que dura una semana aproximadamente y a la semana siguiente, que es cuando comienzan a operar políticamente y comienzan a querer difundir su proyecto, ya era una tercera versión, la primera versión no llevaba siquiera artículos transitorios, y eso es un error garrafal de técnica, ahí el que se jacte de un hacer un proyecto de ley de reforma sabe que no se le deben de olvidar.
Si hacemos un paralelismo entre la administración de López Castañares y la administración de Alfredo Barrera y comparamos las dos iniciativas vamos a ver que tienen los mismos errores de fondo, porque lo que realmente se busca es la ampliación o la reelección y lo demás no les importa, porque aquí los pretextos (anzuelos) fueron el lenguaje incluyente, muy respetable, totalmente respetable, pero mencionar rector, rectora, director, directora, son los distractores, hay que señalarlo como es.
Otra cosa con la que se quisieron meter, y que probablemente diría todavía no entienden cómo resolver su entuerto, porque tampoco saben hacer proyección legislativa y hacer números, es el eliminar la paridad del Consejo Universitario, ahí es cuando la administración actual debió haber parado, haber dicho “oye ya la regamos en el proyecto estamos quitando a los centros universitarios” no conocen de la naturaleza jurídica de las figuras, de los centros universitarios y de los institutos y de las facultades, no han leído la legislación, un organismo académico es una escuela, es una facultad o es un instituto, son las denominaciones que tiene, entonces porqué distinguir donde no cabe la distinción, a ver, pues que se vengan los institutos como organismos académicos como una modalidad y punto, pero no hicieron, también ahí quisieron ponerse “creativos” y terminaron distorsionando toda esa parte y es una propuesta que hasta antes de ser publicada en la gaceta legislativa, prácticamente nadie conocía, pero si haces ese paralelismo que te comentaba vas a encontrar el maquillaje absoluto.
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