Pues hoy me tocó a mí.
Tomé un DiDi para ir a la escuela, que, como saben, no queda muy lejos de mi casa, unos 15 minutos en coche.
Lo primero que sentí cuando vi al conductor fue «tiene cara de pervertido» pero no hay que juzgar a alguien por su físico ¿no? Así que me subí.
«No te subas a coches con vidrios polarizados, no te subas a un taxi sin placas, no te subas a un coche sucio», todo eso siempre, desde chiquita me lo han dicho como medida de seguridad.
Apenas unas calles después de mi casa el señor empezó a preguntarme si podíamos cambiar la ruta porque había mucho tráfico, que luego el GPS les marca una ruta con mucha vuelta, etc, etc.
Eso sucedió tres veces.
Mi respuesta siempre fue: «No, vamos por la ruta que marca el GPS», iba en calzada Acoxpa cuando el conductor me dice «A veces, con señoritas bonitas como usted, me tomo la libertad de cambiar la ruta, porque ya me sé las calles y atajos para que lleguemos más rápido», de nuevo le contesté «Vamos por la ruta del GPS, aquí a la derecha para tomar división del norte»
Tomamos división, todo iba «normal» hasta que llegamos a prepa 1 en Xochimilco. Comencé a oler algo muy dulce, y sentí que me mareaba, pero pensé que podía ser mi ansiedad o el típico miedo que sufrimos todas las mujeres cuando tomamos un taxi.
Fueron menos de 20 segundos que pasó todo esto que les voy a contar.
Empezó a oler más fuerte, y me empecé a marear más, cuando levanté la mirada el señor me estaba viendo por el retrovisor, y ahí pensé «Ah no, esto no va a pasar». Le pedí muy firme que me bajara, me preguntó si estaba segura y le respondí que sí, que me bajara ahí, se orilló y me bajé del coche, PERO se ESTACIONÓ apenas 20 metros de dónde yo estaba.
Vi a un niño pasar (como de 15 años) y lo primero que hice fue agarrarlo del hombro porque en serio sentí que me caía, y le dije «No me dejes, tomé un taxi y me empecé a sentir mal, se estacionó ahí enfrente», cuando el niño volteó a ver el coche, el señor arrancó y se fue muy rápido de ahí.
Emilio (el niño), se quedó junto a mí y llamó a emergencias, quiénes NUEVAMENTE brillaron por su ausencia, pasó una hora y ni la patrulla ni la ambulancia llegaron.
Llamé a mis familiares y amigos, que acudieron casi de manera simultánea y me regresaron a casa.
La gente que me conoce sabe que no me visto provocativo, no ando sola ni en lugares en los que no debo. Iba a la escuela. Sólo eso. Iba a la escuela.
Cuando mi Mamá me pide que le mande mi ubicación en tiempo real aunque ya tenemos una aplicación que monitorea mi actividad las 24/7 no está exagerando, es real.
No soy paranoica por cargar gas pimienta y un taser a todos lados a los que voy.
De verdad no.
Es la jodida realidad del país en el que vivimos.
Da miedo ser mujer, y da miedo salir a la calle.
Denuncia realizada por la usuaria de Facebook Beu Corona.