La reciente convocatoria para consejeros alumnos en la Facultad de Ciencias de la Conducta fue un fracaso total atribuible a la dirección de ese ese espacio académico a cargo de María Teresa García Rodea.
Ante el montaje, apegado a la legislación universitaria, la comunidad estudiantil comenzó a manifestar su inconformidad señalando todas las irregularidades del supuesto proceso democrático.
Al acudir al espacio académico se pudo corroborar el rechazo total del alumnado. La falta de difusión de la convocatoria, la planilla única, así como la manera en que fue convocada y la ausencia de la promoción de sus propuestas fueron señalamientos reiterados. Además de viva vos enviaron la solicitud al rector Carlos Eduardo Barrera Díaz para que interviniera.
Los jóvenes universitarios defendieron su derecho a votar y ser votados. Elaboraron un escrito en el que se plasmaron las razones para que se llamara de nuevo a una elección y anularon sus votos.
El total del alumnado suma 2594, de los cuales acudieron a las urnas solo 286. De esa cantidad por la planilla única votaron 90 y los 186 restantes anularon su voto. De tal manera que en el Acta de Resultados se manifestó: Por lo anterior, no se pueden declarar como consejeros alumnos, propietarios y suplentes de la Facultad de Ciencias de la Conducta, ante el H. Consejo de Gobierno a los Integrantes de la Planilla Naranja Morada, y se deberá convocar de nueva cuenta a elecciones dando una mayor difusión a la convocatoria con la finalidad de que participe una mayoría de la comunidad universitaria del espacio académico.
En 2014 sucedió algo muy similar en el mismo espacio académico, en aquella ocasión se pidió a los estudiantes que se manifestaran con “voto en contra” durante la elección del director, pero al final el sentir de la mayoría no fue respetado, quedando el candidato único, sin importan el daño a la democracia y a la imagen institucional que se había generado. Por eso ahora, ante este resultado histórico se debe sumar a los ingredientes puestos por los estudiantes, percibo la disposición para resarcir el daño por parte de la rectoría, sin ello se hubiera repetido la historia de hace ocho años, y seguramente la molestia estudiantil habría aumentado.
Se espera que con una mayor difusión, que no se limite a pegar la convocatoria en mamparas, y sin aroma de que las planillas son armadas al gusto de la directora, podamos ver una fiesta democrática que redunde en madurez universitaria, principalmente en las autoridades salientes.
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