En este periodo que se informa sin duda en OIC en la UAEMéx está más consolidado, como se pudo observar en el primer año no asistíamos a Comités, ni hacíamos Verificaciones al sector central, pesaba mucho lo heredado, hasta querían que firmáramos actas de Comités de adquisiciones que “porque así se hacía”, a las que por cierto no habíamos asistido, ni se nos había invitado.
Debe quedar muy claro, éste OIC no es para detener ninguna acción o actividad, no es freno ni dique, es eso sí, un ente que a quien dirige ésta institución le proporcionará la confianza al terminar, de que puede irse sin mayores problemas; tampoco es un ente que venga a simular la rendición de cuentas, eso no ayuda y en el mejor de los casos aplaza la solución, es respuesta de corto plazo, más aún si se trata de un ente público en el que laboran, según Gramsci los “servidores públicos intelectuales” y en el que se expresan y exponen conceptos de avanzada, como la equidad, justicia e integridad.
Se han hecho varias actividades importantes y faltan muchas más, por ejemplo en materia de rendición de cuentas es necesario revisar los ingresos propios, incrementar el periodo para establecer sanciones económicas, 7 años son pocos incluso en estos aspectos no debiera prescribir la posibilidad de cobrar los daños y perjuicios, en al menos 2 décadas cuando se dañe a una institución como esta, que entre otras virtudes permite la movilidad social y aminora las diferencias entre el más encumbrado y el más humilde, precisamente por ello debe transitarse a esquemas de financiamiento diferentes, para hacer cumplir la constitución y la Ley de educación superior en su proyección de la gratuidad.
En fin, atrás quedaron las descalificaciones de que no íbamos a hacer nada, que teníamos línea, que éramos comprables, poco a poco los juzgadores en los tribunales y hasta en las salas de la SCJN nos han dado la razón, hace falta mucho por hacer, pero los abusos y los excesos no van a parar mientras no se denuncien, sancionen y exhiban. A veces hay que parar al corrupto con la sanción, otras con la mediatización, porque como decía Montesquieu “… es una experiencia que todo aquel que tiene poder tiene inclinación a abusar de él, hasta que encuentra límites”.
Tampoco es tiempo de ingenuidades, no es un OIC o un Decreto lo que detiene la corrupción, el corrupto, el mañoso y codicioso se ha vuelto creativo y sofisticado, y con una perversidad sin límite, es cuando el fiscalizador debe usar su fuerza legal, pero también ética, para tomar mejores decisiones que le regresan lo suyo a las instituciones, y al servidor público le haga entender modificada, la 3ª Ley de Newton de “que a cada acción de corrupción le corresponde una sanción” a veces de mayor intensidad, con independencia del rango en el cargo desempeñado.
Por nuestra parte vamos a hacer nuestro deber, sin reparar si el monto de lo dañado es pequeño o grande, si el funcionario es de alto o menor rango, si la crítica crece o disminuye, si es influyente o no, en el OIC hacemos lo que se debe, no lo que se desea, porque consideramos es la única manera de ser útiles a nuestra universidad.