26 de febrero del 2017
A quienes corresponde en la UAEM implementar verdaderos mecanismos anticorrupción parece que han sido poco eficaces al intentarlo, tal vez por eso las auditorías internas y externas de varios años contrastan mucho con las realizadas por la ASF, a veces se me viene a la mente la idea de que puedan estar diseñadas para que fraudes millonarios no puedan ser detectados, si eso fuera así varios servidores públicos correrían el riesgo de convertirse en cómplices por omisión o por negligencia de los malos manejos de recursos públicos.
Una afirmación de Edgardo Buscaglia puede ser una durísima sentencia que nos cuente el final de éste delicadísimo asunto, que las autoridades se han esforzado por minimizar, y nos muestra, lo extendidas y organizadas que podrían estar las redes de corrupción en la las Universidades públicas. Buscaglia señala, en su libro Vacíos de Poder en México: “Si una institución comienza por proteger a los acusados y acosar a los denunciantes, si no entrega al tribunal competente toda la documentación necesaria para sustentar la denuncia, entonces ya no es un caso aislado de empleados posiblemente corruptos. El problema radica, entonces, en la institución como tal”.
Somos miles los que nos consideramos orgullosamente universitarios, estudiantes, egresados, docentes y administrativos, que tenemos plenas capacidades para mejorar nuestras universidades ya sea de manera individual o mejor aún a través de actividades colectivas.
No es manda divina escuchar y creer ciegamente los discursos en los que altos funcionarios prometan arreglar todo, o peor aún, que bajo la estupidez de procurar a toda costa la «buena imagen» de las instituciones traten de ocultar enfermedades que hoy ya le están pasando la factura en varios sentidos a las emblemáticas casa de estudio.
Las universidades públicas tienen muchas similitudes con el manejo del país, por ello conviene recordar que universitarios y ciudadanos estan pagando la indiferencia, el dejar que las autoridades decidan todo sin que nos involucremos en el mejoramiento de nuestra patria, y se evite darle seguimiento a quienes en teoria son representantes de las mayorías.
Creo que el contexto actual nos señala como camino obligado ser mas críticos, reflexivos y participativos, pues en la medida que logremos mejorar nuestro diario acontecer universitario estaremos optimizando nuestro país.
Quienes nos sentimos identificados y comprometidos con las instituciones que nos formaron como profesionistas tenemos un enorme reto, establecer aquello que también Buscaglia apunta como uno de los componentes clave contra el combate a la corrupción dentro de las instituciones, los controles sociales, que obliguen a los máximos órganos de gobierno a implementar contundentes mecanismos anticorrupción, tan eficaces que hagan de nuestras universidades un ejemplo de cómo detectar y erradicar vacíos de poder, que les estén impidiendo crecer al ritmo que deberían.
La participación ciudadana a través de la contraloría social y la rendición de cuentas son una alternativa que se esta extendiendo entre ciudadanos para observar el desempeño del servicio público. Conviene conocerla y llevarla a la práctica por el beneficio de todos.