Como lo ha hecho una costumbre, tratando de matizar la falta de control, desaseo y el descuido en el manejo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), Baca ofreció un absurdo golpe de autoritarismo a la investigación, a las corrientes críticas de esta casa de estudios.
Sabedor de su incapacidad, Baca eliminó de tajo a dos oponentes incómodos de un plumazo. Estos del Centro de Estudios; fungiendo, así como pera “marioneta” de dos de sus antecesores en la Máxima Casa de Estudios. Esta fue la única manera en que Baca se pudo quitar del camino al activista Fermín Carreño, cesado como pieza clave del Centro de Estudios de Desarrollo Sustentable (CEDES). E incluso Baca, ordeno a sus subordinados desalojarlo con lujo de violencia de sus oficinas.
La intolerancia de Baca a las corrientes críticas de la universidad, que a lo largo de la última década ha encabezado Fermín Carreño, quedó expuesta al margen de un albazo por el que de la noche a la mañana se destituyó al ex director de la Facultad de Planeación.
También, Baca proclamó la desaparición – justificante el cesa de Carreño- del Centro de Investigación y Estudios en Movilidades y Migraciones Internacionales (CIyEMMI) encabezada por la doctora Norma Baca Tavira, integrante del Sistema Nacional de Investigadores, quien al igual de Carreño, fue desalojada de sus oficinas.
La decisión de Baca de eliminar ambos centros de estudios, y dar por concluida la relación con las corrientes críticas de la institución, ha provocado diferentes reacciones dentro y fuera de la UAEM, entre las que sobresale la percepción de que los disidentes a la cuestionada cúpula administrativa del actual rector poco o nada tendrán que hacer como factor de contrapeso y equilibrio en cualquier institución que se precie de ser incluyente.
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